Odio correr…
Mucha gente me juraba que al entrenar para el medio maratón le iba a agarrar amor, pero simplemente, no sucedió. Esta historia no tiene que ver mucho con el profundo odio que le tengo a dicho deporte, pero practicarlo me hizo notar, apreciar y reconocer a la gente que corre, en especial, a aquellos que lo hacen ver fácil.
¿Alguna vez has visto correr a alguien que sabe cómo hacerlo? Sé que suena algo extraño, pero si los has notado, sabes perfectamente a qué me refiero. Esa persona que está en la caminadora a un ritmo de 3-4 minutos por kilómetro y lo hace ver como un tranquilo paseo en el parque. Cada zancada, cada brazada, cada paso que dan es tan perfecto que verlos puede ser hipnotizante.
Para ponerte a prueba, intentas correr a su ritmo por un momento, pero al nunca haberlo hecho, tienes la gracia de un oso grizzly intentando hacer ballet (así me sentí yo al menos).
Recuerdo bien cómo, en los primeros días que salí a correr a un parque, yo me estaba muriendo. Tenía la cara toda roja, el peor ritmo jamás visto y escupiendo el pulmón cada tercer paso que daba. Pero cada media vuelta que daba al parque, veía a lo lejos lo que creo era mitad gacela/mitad mujer pasar volando con una biomecánica digna de los dioses.
En ese momento me di cuenta que, para poder decir que controlas algún ejercicio, para poder decir que dominas la técnica de cualquier movimiento, la clave está en hacerlo ver fácil. Lo que es quizá, lo más difícil de todo.
La sentadilla perfecta.
El peso muerto de Anatoly y sus bromas.
Las dominadas realizadas por gimnastas que parecen apagar la gravedad durante algunos segundos.
Es hermoso, ¿no es cierto? Ver cómo algo tan difícil alguien lo puede hacer ver tan fácil. Y ocurre algo curioso además; cuando solo te enfocas en ello, los resultados físicos que quizá estés buscando, se dan como resultado secundario de la búsqueda de la maestría en cada ejercicio que realizas.
Después de años, puedo decir que ya no me sorprende mucho el peso sobre la barra. Me sorprende más la belleza de la técnica perfecta, la gracia de una biomecánica impecable, la capacidad de hacer ver fácil lo que para muchos es increíblemente difícil.
Tip a Probar: Enfócate SOLO en la técnica. Busca hacer “ver fácil” cada ejercicio que realizas.
Esta semana, concéntrate en la técnica en cada ejercicio que hagas, ya sea en el gimnasio o al correr. En lugar de apresurarte o enfocarte solo en el peso o la velocidad, dedica tiempo a perfeccionar cada movimiento.
Haz que cada repetición sea controlada y precisa, como si estuvieras enseñando a alguien más cómo se hace.
Si estás haciendo una sentadilla, concéntrate en mantener la espalda recta y los talones en el suelo.
Si estás corriendo, enfócate en la postura y la cadencia.
Con el tiempo, notarás que al perfeccionar la técnica, el ejercicio no solo se volverá más eficiente, sino que también comenzará a sentirse más natural y fácil. Y recuerda, hacer que lo difícil parezca fácil es un signo de verdadera maestría.
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